Breve historia de la espiritualidad contemporánea en Chile
(En construcción. Se agradecen aportes).
Lola Hoffmann, el origen.
Es posible, aunque siempre sometido al escrutinio de nuevas informaciones, atribuir un rol de pionera en el proceso de apertura a la nueva espiritualidad en Chile a Lola Hoffmann.
Ella nació en Letonia y desarrolló sus estudios de medicina y su trabajo profesional en Alemania. Allí conoció al médico chileno de ascendencia alemana Franz Hoffmann, con quien se vino a nuestro país.
Años más tarde, a través de su relación con el poeta Totila Albert, Lola despertó a su vocación espiritual. En su crisis de la edad mediana conoció la obra de Carl Gustav Jung y viajó a Europa para especializarse en el análisis de sueños. Al regresar a Chile de este viaje, y con 48 años de edad, se comprometió de por vida con su misión como sanadora de almas.
Corría el año 1952. En su trayectoria, promovió en nuestro país los primeros grupos de sicología humanista, tradujo el I Ching, el libro de los cambios; fue la portavoz de la “Iniciativa Planetaria para el Mundo que Elegimos” en nuestro país, y una entusiasta luchadora contra la cultura patriarcal.
Pero por sobre todo fue una maestra que atendió a sus pacientes y discípulos hasta sus 85 años de edad, y hasta una semana antes de entregar su último aliento.
Años 52 al 68, los pioneros.
También hacia el año 1952 Gastón Soublette -que a la sazón tiene 25 años- descubre el pensamiento oriental y se encuentra con los libros del discípulo de Gandhi, Lanza del Vasto. Poco después, en 1957, del Vasto viene a Chile. Tras la partida del maestro se forma en Santiago el movimiento “El Arca”, de inspiración cristiana-gandhiana. A él se integraron desde su fundación Gastón y Lola Hoffmann, entre otros.
El mismo año de la venida de Lanza del Vasto, el marido de Lola, Franz Hoffmann, funda el “Centro de Estudios de Antropología Médica” de la Universidad de Chile. Su objetivo fue dar una formación más integral a los médicos, impartiendo clases de psicología, dibujo, filosofía y antropología.
En este Centro surgió con un importante rol otro de los pioneros de esta historia, el joven médico recientemente egresado de la Universidad de Chile, Claudio Naranjo.
Junto a Claudio, hizo docencia en el Centro el psicólogo de la Universidad de Chile Rolando Toro, quien a través de Franz Hoffmann conoció a Lola y trabajó con ella sus sueños. Rolando será otro actor precursor de esta historia, en su condición de creador de la psicodanza, actual biodanza.
Nacen los años sesenta, preñados con los signos de los grandes movimientos de energía juvenil y contestataria de la segunda mitad de esa década. Lentamente se escribían en nuestro país las sílabas primeras de esta corriente de nueva espiritualidad. Claudio Naranjo viajó por primera vez a California el año 1963, y luego en 1967. Allí se vinculó con varios de los más importantes exponentes del movimiento de nueva espiritualidad: el Dr. Leo Seff, Carlos Castaneda; el maestro budista zen Suzuki Roshi; Ida Rolf, Alan Watts, y Fritz Perls. Todo lo que conoció y recibió lo traía a Chile, compartiéndolo en los primeros grupos de psicoterapia humanista que se formaron en el país.
En los años sesenta también emergen, aquí y allá, otros buscadores pioneros. El psicólogo Héctor Fernández estudia -junto a Lola y a Claudio- a la neosicoanalista Karen Horney. Charles Brooks enseña técnicas del “body work” y del alerta sensorial. El profesor italiano Antonioletti dicta en casa de Lola un curso de iniciación esotérica.
Gastón Soublette conoce al pintor y escenógrafo del Ballet Nacional Tomás Roessner, con quien dictarán después un curso sobre cultura oriental en el Instituto de Estética de la Universidad Católica.
Entonces comenzaron a llegar emisarios de las tradiciones espirituales a Chile. En 1964 vino proveniente de México José Rafael Estrada, como representante de la Gran Fraternidad Universal. Esta organización impartió las primeras enseñanzas de yoga en el país.
Poco después, en 1966 viene a Chile Maharishi, el creador de la Meditación Trascendental. Tras él, entre 1966 y 1970 viajan a nuestro país numerosos profesores desde Alemania y Argentina, para dar el entrenamiento de la MT.
Así, comenzó la siembra de este mensaje en esa época todavía plácida de la primera mitad de los años sesenta, cuando el vértigo aún no se instalaba en nuestro país.
Años 69 al 73, la primera ebullición
Esta historia tuvo un momento de ebullición a fines de los años sesenta y comienzos de los setenta, vinculada al jipismo y a los movimientos contraculturales, pero menos visible que la otra efervescencia de esos años, la de los movimientos estudiantiles y políticos.
Varios hitos marcaron con toda su fuerza este período. Óscar Ichazo apareció en Santiago en 1969, y tomó contacto con Héctor Fernández, director de la Asociación de Psicólogos. Por su intermedio, Ichazo enseñó su sistema a psicólogos y psiquiatras de nuestro país. Al año siguiente, en 1970, viajó a la norteña ciudad de Arica, para dictar el entrenamiento que daría el nombre a su Instituto.
También en 1969, en Punta de Vacas, Argentina, Silo lanzaba su primer mensaje. Un centenar de chilenos estuvo allí y trajo el Siloísmo a Santiago.
Vuelve también ese año al país Maharishi, para consolidar la tarea de sus instructores.
Nace 1970, y las corrientes de sicoterapia humanista comienzan a ganar adeptos. Claudio Naranjo, tras asistir al entrenamiento con Ichazo en Arica, volvió a Santiago para conducir, durante poco más de un año, un grupo de psicoterapia en casa de Lola, introduciendo las enseñanzas de la Gestalt y el Fischer-Hoffmann entre otras. Cuando partió de vuelta a EEUU, quedó dirigiendo el grupo Doro Ortiz de Zárate. Participaban en él Arturo Mardones, Olaya Pérez, Wilma Hannig, Ximena Sepúlveda, y Gloria Camiruaga, entre otros.
También en 1971, Adriana Schnake inició en la clínica siquiátrica de la Universidad de Chile sus primeros grupos gestálticos. Algunos invitados se cruzan con los grupos de Naranjo y Lola. Asisten entre otros Francisco Huneeus, Sonia Abovic, Doro Ortiz de Zárate, Cristina Delgado, Arturo Mardones, y Tessi Huneeus.
Por su parte, Lola culminó ese año su trabajo de traducción del I Ching, el Libro de los Cambios, de la versión alemana de Richard Wilhelm, y repartió setenta copias entre sus amigos más cercanos.
En 1972, Alex Kalawsky, profesor de sicoterapia en la Universidad Católica influenciado por el neosicoanalista Erich Fromm, crea un curso denominado “Algunas consideraciones para la elaboración de una teoría acerca del Hombre”. Ese mismo año, Rolando Toro ofrecía un curso de psicodanza en el Campus Oriente de la Universidad Católica, dentro del programa del Instituto de Estética.
Mientras todo esto ocurría, el país se convulsionaba, y el aire comenzaba a oler a pólvora. Entonces ocurrió el Golpe, que de golpe congeló por un tiempo todas estas expresiones de vida.
Años 74 al 87, muerte y resurrección
Los acontecimientos de 1973 representaron la partida del país en los años siguientes de muchos profesionales del campo de la psicoterapia humanista, como asimismo de personas vinculadas a las escuelas de conciencia. Algunos incluso son perseguidos. Otros reorientarían su actividad fuera de los espacios académicos, creando espacios alternativos.
Claudio Naranjo se queda definitivamente en EEUU; Rolando Toro viaja a Argentina y luego a Brasil; los principales dirigentes del Siloísmo son expulsados del país; Adriana Schnacke se instala en Argentina, y así con muchos. Pero con todo, comenzó a resurgir la corriente de conciencia en Chile; las personas y escuelas que configurarán el escenario espiritual de fin de milenio.
En 1974 Francisco Huneeus funda la editorial Cuatro Vientos, iniciando la difusión de la psicoterapia gestáltica, y otros textos de crecimiento y espiritualidad. En 1976 publica el I Ching que había traducido Lola Hoffmann.
Ese año, Gonzalo Pérez, quien también se había acercado a los grupos de Lola Hoffmann, conoce a través de ella a Héctor Sepúlveda, quien llegaba desde Inglaterra, y toma con él su primer curso de Astrología Profunda. A partir de ese momento, Gonzalo proseguirá una formación autodidacta que lo hará una voz fundamental en esta disciplina.
En Valparaíso, Pato Varas, profesor de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica de esa ciudad, crea a partir del sicodrama de Moreno, la gestalt de Perls, y la obra de William Schutz, “Todos somos Uno” un taller experimental en el que explora la relación cuerpo-mente. Schultz había trabajado en Essalen con Perls, y esta coincidencia motiva a Pato Varas a viajar a Essalen para formarse como terapeuta gestáltico.
Comienza 1975, y un color naranja aromatiza al país. La Comunidad para el Desarrollo Humano, el nuevo rostro del siloísmo, comienza a formar grupos y transmite su nuevo mensaje: humanizar la Tierra. Seis años más tarde, en 1981, obtendrán su legalización.
Participan fundacionalmente junto a Luis Weinstein,
Laura Molla, Andrés Bahamondes y Verónica Salas.
De esta organización surge en 1980 el TIDEH, Talleres de Investigación en Desarrollo Humano, donde tienen un rol de iniciador junto a Luis, Marta Orrego, Cecilia Dockendorf y Karina Benítez. El TIDEH se orienta a temas de desarrollo humano en una corriente existencial-humanista, aborda temas de creatividad social y de estilos alternativos de hacer política.
En 1977 regresa al país Luis Weinstein, y en Marzo de 1978 funda el CESPO, junto a Félix Huerta, Berta Bravo y Carolina Bravo.
Forman una Comisión de Salud Mental que en 1979 realiza un congreso sobre la salud mental en la infancia. De este grupo surge Quillahue, una coordinación de 25 centros de salud mental.
También se abre a los vínculos entre espiritualidad y creatividad social. Traen a Santiago a Vimala Takhar, discípula de Gandhi. Como una última hija del TIDEH, en 1978 surge la editorial La Minga, que conducen Chantal de Rementería, Alfonso Alcalde y Sergio Pesutic.
Ese mismo año nace la revista La Bicicleta, fundada y dirigida por Eduardo Yentzen, la que junto a la revista Clan que dirige Delia Vergara, tendrán un importante rol en este período difundiendo temas de psicología, ecología y espiritualidad.
También viaja a a Chile Roberto Bravo, después de estar ausente del país desde 1972. Realiza conciertos en teatros y en parroquias de población.
Viaja al Valle del Elqui, y toma contacto allí con personas que hacen trabajo espiritual, con quienes inicia su proceso de conciencia. En el Valle del Elqui se asientan los hermanos del Centro Saint Germain del Séptimo Rayo.
Comienzan los años 80, y el movimiento de conciencia adquiere una mayor presencia y vigor. Ese año se forman dos pequeños grupos budistas tibetanos, el Centro “Karma Chile Teksum Choling” y el Centro Dharmadatu de Santiago, bajo la influencia de Su Santidad Karmapa, cabeza de la Escuela Kagyu, una de las cuatro grandes escuelas de la tradición tibetana.
Al año siguiente viene por primera vez un lama tibetano a Chile. En Agosto del 81 viene Paul Lowe, un discípulo de Raj Neesh, quien ofrece un trabajo en Las Vertientes a un grupo de unas sesenta personas. Entre ellos, Alejandro Celis, Jorge Buitano, Gonzalo Pérez, Luz María Alliende, Ana María Noé y Margarita Silva. Tras su partida, más de un tercio de los asistentes se hacen discípulos, y se forma el centro Rajneesh “Sagaro”.
El movimiento crece, Más tarde, algunos viajan a la sede del baguan en Oregon. Adriana Schnacke regresa al país e instala en la isla de Chiloé su Centro de Psicoterapia Gestalt Anchimalen. Más tarde funda la Escuela de Terapia Gestáltica en Santiago.
En 1981 se constituyó un grupo budista de la tradición Shambala, creada por el lama Trungpa Rimpoché. Lo encabezan Francisco Varela y Leonor Palma, quienes se habían iniciado en la meditación Shambala en EEUU. Se integran Gustavo Jiménez, Olaya Pérez y Ximena Sepúlveda entre otros. El grupo ha continuado hasta hoy.
También ese año regresa a Chile Elia Parada, tras sus estudios de astrología en España, emergiendo junto a Gonzalo Pérez como la otra gran fuente de la Astrología Profunda en el país.
Resurgen también los trabajos corporales de desarrollo personal. Leonor Palma trae de regreso el Rolfing, que había aprendido directamente de Ida Rolf en EEUU, en tanto Lucila Geralnick enseña Gimnasia Consciente, disciplina creada por Inx Bayerthal.
Este período culmina el año 83 con el lanzamiento en Chile de la Iniciativa Planetaria para el Mundo que Elegimos, creada en Nueva York en 1981 por cinco organizaciones de carácter mundial: los Ciudadanos Planetarios, la Asociación de Sicología Humanista, la Asociación de Educación Global, el Club de Roma, y la Asociación de Naciones Unidas para Nueva Gales del Sur. Lola Hoffmann conoció el proyecto e indujo a Sergio Vergara a viajar a Canadá, al Congreso que dicha entidad convocó a mediados de 1983 en la ciudad de Toronto.
A su regreso, y coincidiendo con una conferencia que dicta Claudio Naranjo en el Goethe Institut, Lola Hoffmann hizo el lanzamiento de la Iniciativa Planetaria en Chile. El primer año de la Iniciativa Planetaria culminó con un acto en el Campus Oriente de la Universidad Católica, donde Lola fue la principal oradora.
En su segundo año de existencia, la Iniciativa Planetaria se instaló en la que sería la Casa de la Paz en el barrio Bellavista. Se organiza por áreas temáticas, y edita un “multiboletín”. Coordinadores de áreas temáticas son Gastón Soublette y Gonzalo Pérez (desarrollo personal y espiritual), Sara Larraín (Agricultura y alimentación), Alejo Gajardo (Paz, armamentismo y poder nuclear), Ximena Abogabir (comunicación social), Mauricio García y Sergio Vergara (economía y tecnologías apropiadas), Carlos Fuenzalida (ecología), Miriam Fernández (salud y población), Luz María Edwards (educación), Paty Soto (cultura y arte). Otros participantes destacados de la iniciativa Planetaria en Chile son Carlos Prosser, Silvia Klein, Nadia Ibáñez, Elisabeth Cunnigham y Ana María Pinto.
Ese año 84 tiene lugar la fundación del Partido Verde que preside Andrés Koryzma, a quien acompañan en la directiva Adriana Silva, Agustín Sepúlveda, Italia Videla. También llega a Chile Tom Heckel, quien se instala primero en el Sur, y el año 87 en el Cajón del Maipo, donde comienza a hacer sus canalizaciones.
Aprovechando la visita de Claudio Naranjo a Chile, las periodistas Delia Vergara, Patricia Pollitzer y Malú Sierra, junto a la sicóloga Marta Huepe, invitan a un foro donde se propone un diálogo sobre “Nuevas Formas de Hacer Política”, a partir de una ponencia inicial de Claudio. Asisten destacados representantes del mundo político y el mundo del desarrollo personal: Sergio Molina, Jaime Castillo, Claudio Huepe, Tomás Moulian, Manuel Bustos, Alejandro Foxley, Angel Flisfich, Genaro Arriagada, Ernesto Tironi, Manuel Antonio Garretón entre los políticos y cientistas sociales; y Luis Weinstein, Rafael Jiménez, Arturo Mardones, Teresa Huneeus y Eduardo Yentzen, entre otros, por el mundo del desarrollo personal. La conversación mostró cuán lejanos estaban estas dos prácticas de tener un enfoque común, pero marcó una propuesta de diálogo.
La declinación de movimiento de la Iniciativa Planetaria en 1985 se conecta con el surgimiento de una temática particular de este movimiento, que se entroniza como un tema principal también en el mundo político en ese momento. El tema de la Paz, que se conecta también al último tramo del proceso de recuperación de la democracia en el país.
Recién el año anterior, 1984, cuando surgió la imagen de un año apocalíptico -la fecha que ficcionó Orwell- Bernard Benson, físico e inventor de armamento sofisticado, convertido luego al budismo, lanzó El libro de la Paz. Se formaron grupos de amigos del libro de la paz en numerosos países, y se organizó un evento el 6 de Agosto de 1984 con un itinerario de niños recorriendo los países en posesión de poder atómico.
1987 es para Chile el año del plebiscito, y la víspera del renacer de la democracia política. La energía concentrada en el movimiento antidictatorial se descomprime, a un nivel superficial la energía parece disiparse y la vida se normaliza y trivializa. A un nivel más profundo, la sociedad abre sus canales hacia motivaciones más profundas. En este contexto se hace difusa la presencia colectiva del movimiento de conciencia, pero logra recuperar visibilidad con la instalación en Chile, en 1990, de la revista Uno Mismo.
Ese año viene nuevamente a Chile Vimala Thakar, quien dictó siete charlas en el TIDEH. En 1985 surge el proyecto Universidad para la Paz a partir de un grupo multidisciplinario, integrado entre otros por Ximena Abogabir, Cecilia Dockendorff, Javier Etcheverry, Ricardo Halabi, Petrus Hein, Mario Irarrázabal, Alex Kalawky, Sara Larraín, Gonzalo Pérez, Delia Vergara, Sergio Vergara, Luis Weinstein y Eduardo Yentzen. Lola Hoffmann asiste como invitada de honor.
Poco a poco, este medio de comunicación comienza a significar un centro de gravedad de toda la información sobre esta corriente en nuestro país. Se vuelve así un espejo ampliado de esta presencia, y una ventana de difusión de sus múltiples tradiciones, disciplinas y metodologías.
En el desarrollo de esta revista se puede seguir la explosión del movimiento, sin que surjan iniciativas de alcance aglutinador como lo fueron la Iniciativa Planetaria, o el proyecto de Universidad para la Paz. Nadie alcanza aquí a abarcar el conjunto de las actividades de conciencia y su historia se ha ido escribiendo en las páginas de esa revista.
Años 88 adelante, el letargo social y la masificación de prácticas con referencia a lo espiritual
El desafío para la espiritualidad contemporánea
En estas breves referencias al resurgimiento de las tradiciones espirituales y a la propuesta de de su impacto intencional en occidente, con su alcance en nuestro país, hemos instalado una imagen que navega en contra de la noción de que la cultura de la modernidad representa una cúspide de la sabiduría existencial humana.
Desde la mirada de las tradiciones espirituales, esta cultura representa principalmente una habilidad en el hacer práctico –sin desatender que ha sido muy inteligente y exitosa en el desarrollo de este saber práctico–, en particular aquel referido a la manipulación mecánica de las energías que posee el planeta, y su puesta al servicio de la comodidad y el placer a través del desarrollo de tecnología, aunque con acceso enormemente desigual a sus frutos.
Las tradiciones espirituales, por su parte, son débiles en argumentos tangibles, pero sus practicantes testimonian una sabiduría que permitiría sanar la vida de la humanidad sobre la Tierra, si la humanidad se abriera masivamente a las prácticas que ellas enseñan.
Frente a los grandes desafíos de este presente histórico, ¿cuáles son los diálogos posibles entre la cultura de la modernidad –aferrada a la suficiencia de sus éxitos materiales y al crecimiento económico como su principal utopía, a lo que se agrega un discurso lateral, aunque nunca realizado, de equidad o igualdad–, y las tradiciones espirituales –con su valor existencial al servicio de la sanación del ser humano y de la convivencia humana, pero que han sido débiles en demostrar la potencia social de su propuesta? ¿Puede abrirse de este diálogo una oportunidad de cambio para el futuro histórico?