Tótila Albert Schneider,
Santiago, el 30 de noviembre de 1892 - 27 de septiembre de 1967.
‘El cuerpo es tan completo como la palabra de Dios.
El artista tan honesto como fuerte es su amor.
El amor es heredado. Yo nací, vivo y muero en él.
Por eso es el trabajo con mi cincel sagrado’.
Durante su niñez no recibió estudios formales, pero manifestó a temprana edad sus actitudes artísticas a través de la música y la escritura.
En 1915 –en medio de la Primera Guerra Mundial- viajó a Alemania, donde vivió por más de veinte años. Formó parte del taller del escultor Franz Metzner e ingresó a la Academia de Berlín. A fines de 1923 regresó a Chile para realizar su primera exposición en Santiago, el día 10 de diciembre. Con Tótila Albert, por primera vez se habló de modernismo y simbolismo en la escultura nacional.
Escritores y críticos literarios como Alone, Joaquín Edwards Bello, y Pablo Neruda elogiaron la obra de Tótila. Gabriela Mistral, sin conocer al artista en persona, publicó el comentario "La escultura de Tótila Albert" en la revista Atenea de la Universidad de Concepción y más tarde sería, junto al pianista Claudio Arrau, una de sus promotoras más fervientes durante su permanencia en la ciudad de Nueva York, entre 1947 y 1949.
En el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, Tótila Albert, junto a otros 30 artistas nacionales, recibió una beca para estudiar escultura ornamental en Europa, tras el cierre de la Academia de Bellas Artes.
Su retorno definitivo a Santiago se produjo en el año 1939. Ese mismo año, a solicitud del gobierno de Pedro Aguirre Cerda, esculpió, en la fachada del edificio del "Hogar modelo" de la institución La defensa de la raza, el relieve El vuelo del genio, obra que en la década de 1980 fue demolida por su deterioro, cuando el edificio era ocupado por la fundación CEMA Chile. Su proceso de creación e instalación, sin embargo, fueron registrados por Albert en su álbum fotográfico.
En 1944, Tótila Albert creó el Monumento a José Enrique Rodó, constituyéndose en uno de los primeros artistas chilenos en representar el desnudo masculino en una escultura en el espacio público. Este monumento está ubicado en el actual Parque Balmaceda de la comuna de Providencia.
Tótila Albert fue también poeta, aunque su producción poética no vio la luz durante su vida. Escribió los 120 cantos de La epopeya del tres veces nuestro y El Nacimiento de Yo, epopeya de 5 tomos en alemán, además de versos escritos directamente en partituras de Brahms, Beethoven y otros músicos alemanes.
Su obra escultórica, que marcó un cambio en la escena del arte chileno, intentó pensar y llevar a cabo una estética más ambiciosa, que integrara música, poesía y artes plásticas.
Tótila en el cambio de paradigma
Antes de fallecer, Totila entregó a Claudio Naranjo sus manuscritos, y éste gestionó que se publicaran en Alemania su epopeya ‘El nacimiento del Yo’, y la obra poética ‘El hombre consciente de sí mismo’; y el libro de naturaleza antológica ‘Tótila Albert, profeta del tres veces nuestro’.
En palabras de Claudio Naranjo. ‘Tótila fue lo que los romanos llamaban un »vates«, un vidente, que se expresa a través de la poesía. Para sus contemporáneos era principalmente conocido como escultor, pero él solía decir que la escultura era su profesión, mientras que la poesía era su vocación y a mí me parece que él sobre todo era un profeta, especialmente hacia el final de su vida cuando le empezó a interesar más el sacudir a la gente para que despertara, llamarles la atención sobre el extravío de la vida colectiva y darles una noción de la vida en una sociedad realmente sana’.
‘Tótila fue el primero que se pronunció en contra del patriarcado, pero su visión de una sociedad sana no se correspondía a un simple retorno a los valores matrísticos. Él buscó una sociedad basada en un equilibrio entre lo Paterno, lo Materno y lo Filial’.
‘Sin embargo, el requisito para este equilibrio social y político, decía él, es la armonía interna entre los tres principios en nosotros: tres aspectos de nuestro Ser...’
‘Mientras tanto he aprendido mejor el alemán y a través de mi propia maduración personal a entender mejor a Tótila. Esto también se refleja en mis libros, en los que hablé de Tótila y así preparé el camino para una posible publicación de su trabajo. Primero expliqué su filosofía social en »Das Ende des Patriarchats« (Via Nova), y luego también escribí sobre el »Ich-Epos« in »Gesänge der Erleichterung« (Hugendubel)’.
‘Ya a finales de los 70 pensé, con la ayuda de la Doctora Lola Hoffmann y Lama Govinda, en la publicación de una antología de Tótila con canciones seleccionadas de la epopeya. Este proyecto habría sido contrario al deseo explícito de Tótila, quien ya había rechazado en vida una división de su obra en fragmentos individuales. Sin embargo, esta antología que pensé nunca fue publicada y estoy feliz por ello. Más tarde, mi amigo Sebastian Elsaesser se interesó en el proyecto y se ofreció a ayudarme, pero después de un tiempo desarrolló serios problemas de salud. Después de que pasaran 20 años, le encargó a Christina Riedel, su secretaria en Alemania, la preparación digital de la epopeya. Y solo recientemente revisó los errores ortográficos y la puntuación de las dos versiones escritas a máquina que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial – una en mis manos y la otra en la Universidad de Basilea’.
‘Vivimos en un tiempo tormentoso, y uno no se cuida de leer poesía durante una tormenta. Se podría entonces entender, que mientras entrego el legado de Tótila al mundo, me pareciera como estar dejando una cesta frágil en un río, con la confianza de que el destino la dejará caer en buenas manos. Aún así, siento que ha llegado el momento de cumplir la tarea, no sólo porque confío en el desarrollo orgánico de las cosas, sino porque siento que la responsabilidad de la obra poética de Tótila que un día heredé, es algo así como el eco tangible de una responsabilidad mayor y más sutil hacia su misión. Esto coincide también con mi fuerte, aunque menos tangible compromiso de avanzar en el cambio social generando nuevos impulsos en la educación’.
‘Termino esta introducción con el deseo de que la magia de la vida pueda acercar el “Nacimiento del Yo” a todos los que están abiertos al legado espiritual de Tótila, para que pueda penetrar en el mundo actual con sus cambios críticos y también pueda influir en las generaciones futuras’.